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Siniestros aéreos: choque en el aire de un CRJ-700 de American Eagle y un Sikorsky UH-60 Black Hawk

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La seguridad aérea se enfrenta a una encrucijada clave en un contexto de tráfico creciente y espacios aéreos cada vez más saturados. El reciente accidente en Washington, donde un avión comercial y un helicóptero militar colisionaron en pleno vuelo, ha vuelto a poner sobre la mesa la necesidad urgente de reforzar la gestión del tráfico aéreo, mejorar la coordinación entre aeronaves y optimizar los protocolos de seguridad.

La formación continua, la inversión en tecnología y la optimización de procedimientos operacionales se presentan como los pilares fundamentales para evitar que tragedias como esta se repitan. ¿Está la industria del transporte aéreo preparada para afrontar estos retos en materia de seguridad aérea? Lo descubrimos en el siguiente artículo de Pablo Torrejón, Director del Máster Oficial en Gestión y Dirección Aeronáutica y Aeroportuaria de ITAérea Madrid.

SINIESTROS AÉREOS. CHOQUE EN EL AIRE DE UN CRJ-700 DE AMERCAN EAGLE (REGIONAL DE AMERICAN AIRLNES) Y UN SIKORSKY UH-60 BLACK HAWK.

La zona de la capital norteamericana tiene un espacio aéreo de área terminal complejo, con tres aeropuertos comerciales, el Washington nacional Ronald Reagan DCA, el aeropuerto internacional de Washington Dulles IAD, el aeropuerto internacional Thurgood Marshall de Baltimore BWI; y también la Base Aérea de Andrews. El vuelo 5342 de American Eagle se encontraba a las 20:48, horario local del 29 de enero de 2025, en fase de aproximación final al aeropuerto Ronald Reagan de Washington para aterrizar por la cabecera 33, de su pista de casi 1.660 metros, mientras las imágenes emitidas en los medios de comunicación muestran que había un despegue de otro vuelo por la cabecera 19, de su pista de casi 2.200 metros, en una noche con muy buena visibilidad y aparente normalidad operacional.

La tragedia con 67 víctimas mortales, los 64 ocupantes del avión civil y los 3 del helicóptero militar, sobrevino al colisionar en vuelo sobre el río Potomac (tristemente recordado en el mundo de la aviación por otro accidente aéreo de un Boeing 737 en 1982, con fallecidos 74 mientras aterrizaba en medio de una tormenta de nieve), a unos escasos dos km. del punto de aterrizaje, cuando el helicóptero interceptó en su senda de descenso al avión. https://youtu.be/SCq3PYvEx6c.

Los pasos a seguir en estos casos están claramente definidos: activación del Plan de Emergencias Aeroportuarias, desplazamiento al lugar del siniestro de los equipos de salvamento y rescate, atención y traslados de supervivientes al aeropuerto/hospitales, recuperación de cadáveres y espera a su levantamiento por la autoridad judicial, recopilación de pruebas, testimonios, análisis de los restos de las aeronaves y de sus “cajas negras” por parte de la autoridad responsable de investigar los accidentes aéreos, junto con la atención y acompañamiento a las familias de las víctimas.

En todo accidente aéreo surge una fuerte inquietud social general por su gran impacto mediático mundial y todos queremos saber qué pasó. Así ha sucedido tristemente estas pasada navidades con el Embraer 190 derribado en Kazajistán y el Boeing 737-800 que se salió de Pista en el aeropuerto de Muan, Corea del Sur. En estos dos últimos casos uno de ellos claramente no fue un accidente aéreo, sino un error bélico, pero también hay aviones comerciales civiles siniestrados que han sufrido actuaciones “antrópicas” con muy tristes resultados, como el 11-S y el vuelo del Germanwings estrellado contra los Alpes.

Las principales causas de accidentes aéreos son fallos/averías técnicas y fallos en las comunicaciones tierra/aire, errores de los profesionales aéreos e interpretaciones erróneas de instrucciones, condiciones climatológicas adversas, choques con aves. Por el momento solo tenemos posibles hipótesis con la única certeza de que el avión y el helicóptero nunca deberían haber coincidido en esas coordenadas de espacio tiempo. La Comisión de Investigación que estudiará el accidente de Washington se centrará en el análisis de las causas del siniestro bajo la óptica de que haya sido un accidente y si se descubre otra motivación externa distinta se deberá continuar investigando desde la Policía judicial competente.

Ante un tráfico aéreo creciente, con las principales infraestructuras aeroportuarias cercanas a sus máximos límites de capacidad y un espacio aéreo que sólo admitirá más vuelos si se implantan las tecnologías satelitales de navegación aérea, solo queda potenciar todo lo relativo a la seguridad operacional. Toca invertir en nuevas tecnologías de seguridad y en optimizar la eficiencia de los procedimientos operativos, todo ello bajo la formación continua de los profesionales aéreos y el ir aumentando sus plantillas en función de las nuevas crecientes demandas de vuelos, que apuntan según IATA a 7.000 millones de pasajeros aéreos para el 2040.

Pablo Torrejón Plaza

CONTACTO info@itaerea.es +34 968 966 885 DOCENTES FORMACIÓN

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